
La Flor de la Vida para muchas culturas y religiones es un símbolo sagrado que representa la esencia de la vida. Se trata de una figura geométrica formada por 19 círculos completos del mismo diámetro y 36 aros circulares que forman un conjunto de forma hexagonal, que se incluye a su vez en un círculo mayor. Los 19 círculos se solapan creando patrones radiales simétricos similares a flores. Este símbolo tiene miles de años y es considerado una forma perfecta por historiadores, filósofos e incluso arquitectos. Debido a esa perfección se incluye dentro de la llamada Geometría Sagrada, y representaría en forma sagrada las formas del espacio y del tiempo. Contiene una ecuación entre la matemática y la espiritualidad en el diseño de sus formas geométricas. Representa la creación a nivel espiritual y científico. La Flor de la Vida aparece representada por primera vez en el templo de Osiris de Abydos en Egipto. Aparece grabada en una de sus columnas de difícil acceso. En la división celular embrionaria también aparece la Flor de la Vida como elemento primordial de la vida. La célula se divide en dos, después en cuatro, ocho y así sucesivamente. Desde la antigüedad se tiene la creencia de que la creación del universo se ha basado en la geometría. La Geometría Sagrada es la creencia de que existe una lógica matemática, geométrica y física que subyace a todo el universo. Estas geometrías sagradas y proporciones matemáticas se pueden encontrar en la vida natural, la luz, la música o la cosmología. En la naturaleza encontramos muchas cosas que imitan el patrón de la Flor de la Vida, por ejemplo los copos de nieve o los panales de miel. También las estrellas, nuestro ADN, los pétalos de las flores, las piñas, ramas de árboles o los diamantes se basan en los mismos principios que la Geometría Sagrada.
