ARCILLAS PARA EL CUIDADO DE LA PIEL.
Arcilla blanca, arcilla verde y arcilla roja.
La arcilla se origina por la metamorfosis de la roca que es naturalmente rica en sales minerales, y se extrae normalmente de yacimientos al aire libre.
El uso de arcilla para curar todo tipo de heridas, afecciones y problemas inflamatorios es antiquísimo. Su eficacia se debe a sus componentes minero-medicinales y energéticos, que ayudan al organismo a recuperar la salud. La arcilla tiene propiedades desintoxicantes, antiinflamatorias, descongestionantes, depurativas, refrescantes, calmantes, cicatrizantes, antibióticas, hidratantes, desinfectantes, tonificantes, reguladoras del organismo, inmunoestimuladoras, etc., lo que hace que sea uno de los remedios naturales más antiguos, al alcance de todos, sin efectos secundarios. La arcilla destaca sobre otros elementos por su capacidad absorbente y adsorbente (intercambia impurezas y toxinas absorbidas por minerales beneficiosos).
Por sus propiedades, la arcilla es adecuada para el cuidado corporal, a modo de cataplasmas, mascarillas, champús, dentífricos, jabones, etc. Aunque las propiedades son similares en los distintos tipos de arcilla, las diferencias en su composición hacen que sea más adecuada una u otra, dependiendo del uso o tipo de piel.
ARCILLA BLANCA: también llamada caolín, compuesta principalmente por aluminio y silicio. Se considera la arcilla más pura. Es antibacteriana, antiinflamatoria, cicatrizante y absorbe toxinas. Resulta adecuada como tratamiento antienvejecimiento, antiarrugas y para tratar dolencias del aparato locomotor, piernas cansadas, varices, celulitis, mascarilla para pieles sensibles y para el cabello.
ARCILLA VERDE: rica en magnesio, sílice y potasio, es la más utilizada. Tiene propiedades antiinflamatorias, analgésicas, desintoxicantes, remineralizantes y absorbentes. Es desinfectante y antiséptica, ideal para eliminar impurezas de las pieles grasas.
ARCILLA ROJA: su alto contenido en óxido de hierro le aporta múltiples propiedades terapéuticas. Aporta calor y mejora el riego sanguíneo y linfático. Está indicada para pieles desvitalizadas y para tratar lesiones musculares crónicas.
¿Cómo se utilizan las arcillas?
Las arcillas se pueden utilizar externamente en forma de mascarilla, cataplasmas o compresas. Para hacer la pasta, se mezcla con agua, lo más pura posible, en un recipiente de vidrio, madera o porcelana. Se deben evitar los recipientes metálicos y plásticos. Remover con una espátula de madera y dejar reposar media hora. Si es posible, se puede exponer la mezcla al sol para que se “recargue” con la energía solar. Después se aplica sobre la zona a tratar como cataplasma o mascarilla, dejar actuar el tiempo recomendado para cada caso, y retirar con agua tibia. Las mascarillas corporales y faciales de arcilla revitalizan y estimulan la piel, al tiempo que la limpian e impiden la proliferación de virus, hongos y bacterias. Además, la arcilla, activa la regeneración celular, elimina las células muertas y toxinas, dando como resultado una piel brillante y tersa. Mascarillas y cataplasmas de arcilla se pueden utilizar en casos de acné, problemas de piel, dolores articulares, edemas, traumatismos, etc.
Otra forma de usar las arcillas es en el baño. Para ello se mezclan dos cucharadas de arcilla con un vaso grande de agua y se añade al agua del baño. Si se desea se pueden añadir también aceites esenciales. Un baño por la noche con arcilla resulta útil para combatir el estrés, ya que hace que nos sintamos relajados, purifica nuestro organismo y refuerza nuestras defensas.
Podemos decir que la arcilla previene, alivia, descongestiona, desinflama, calma, cicatriza, tonifica, purifica, revitaliza, regenera, desinfecta, mineraliza y absorbe toxinas. Por lo tanto es un remedio natural maravilloso, fácil de utilizar, barato y versátil.
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